miércoles, 6 de mayo de 2020

EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS (IX)


Suelo acompañar cada entrada de mi blog con alguna fotografía. Creo que complementan al texto y estéticamente queda mejor todo el conjunto, más bonito; la mayoría de blogueros así presentan sus diferentes entradas.
De hecho hay una frase muy conocida que dice, “una imagen vale más que mil palabras”, y es así, una imagen, ya sea una fotografía, un dibujo o una composición del tipo que sea, tiene una enorme capacidad de transmisión. Pero aún teniendo ese gran valor, la verdad es que ni por esas consigue la imagen sustituir a la palabra por completo. Piensa por un momento que podrías decir y hacer con mil palabras, y no te digo nada si esas mil palabras fueran tus últimas mil palabras.
Cierto es que la palabra tiene que esforzarse más que la imagen para comunicar algo. Y es que se podría decir, que, sin llegar a conformarse ni reglarse como una competición o como un duelo (recordemos que un duelo que se precie tiene previamente sus reglas establecidas, si no se llamaría emboscada, trampa,… no sé) a vida o muerte. En el propio enunciado de la frase en cuestión, subyace una fuerte rivalidad, un odio entre hermanos, una amistad traicionada.
La palabra es un ser más frágil quizás, pero robusto también. Sostener una foto no lo puede hacer cualquier papel, se necesita uno que sea especial, es decir, un papel creado exprofeso para contener miles y miles de puntos tintados, invasión de colores, sombras y siluetas que luego captarán la atención de muchas de las personas que lo vean, personas que le dedicarán mucho tiempo a mirarlas, que incluso las compartirán con otras con quienes seguramente las comentarán y hasta debatirán. Esos papeles escogidos, ya impresos por sus legítimos dueños, en muchos casos coparán los lugares más privilegiados, como por ejemplo, portadas y páginas centrales en el caso de libros.
En cambio, la palabra, una tras otra montada, se conformará con el papel común, ese que se rompe más fácilmente y que arde mejor. Se podría decir que la palabra lo tiene un poco más complicado en esta vida, pero tampoco todo es tan negativo. Una familia o un par de amigos sin palabras de por medio, dichas o escritas, no serían nada, o algo casi peor que nada, sin brillo ni vida. Su fortaleza radica en su antigüedad. La palabra ha resistido todo tipo de envites en la vida: guerras, tiempos de oscuridad y silencio, hambrunas, crisis, epidemias y pandemias,… y en los tiempos del coronavirus no iba a ser menos. La palabra es sencilla y humilde.
Pero no seré yo, quien por el interés personal de parar mi atención y fabricar mis dudas fundamentalmente con la palabra, el que tome partido solo por ellas, ya que ambas, palabra e imagen, imagen y palabra, ganan más si van unidas de la mano.
Dos lenguajes, dos pulsiones, dos seres, que no se necesitan, pero que los encontramos en muchos lugares juntos.

¡Fuera las rencillas y las disputas!, fuera el ser una más que la otra o la otra más que la una, comparaciones odiosas de dos bellas criaturas que nada tienen que robarse entre ellas.
¿Qué queréis, seducir o conquistar a las personas?, pues reuniros siempre que podáis, trazad un plan juntas y dad lo mejor. Pocas veces no lo lograréis.
YO OS QUIERO Y OS NECESITO EN MI VIDA.

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