viernes, 8 de mayo de 2020

DIARIO DE LUNA

02/05/2020

8:10 a.m. Es fin de semana y estoy de descanso en el trabajo pues no comienzo nuevo turno hasta el martes por la noche. Salgo al patio de casa, me siento en el sillón trenzado de caña que hay bajo el porche y contemplo como va naciendo un nuevo día. Es una espléndida mañana, cielo azul y claro, ni rastro de nubes, el sol calienta plácido, agradable. El viento se hace presente a ratos, con ráfagas que agitan con violencia las altas ramas de los centenarios árboles del jardín. A pesar del arrebato inconstante e impredecible del viento, es un día tranquilo, apacible. Lo más importante es que es un día más, un nuevo día. La nostalgia toma asiento conmigo, quiere acompañarme, tomar té, comer pan caliente con aceite, igual que yo, ella, la eterna compañera, como cada mañana en días de paz, viene a visitarme. Ella se empeña en recordarme que Andrés sigue aquí, que está presente. Se viste como él, camina como él, huele como él y hasta sonríe como él. Yo sé que aunque se parezca, no es él. Andrés ya nunca volverá porque los muertos no regresan, las personas mueren y desaparecen, así es, no hay más. De hecho no me importa que aparezca y me acompañe esa nostalgia, sobre todo en días como este, ya que sé que ésta, no es más que el recuerdo herido, ese que todavía sangra y duele. Su recuerdo no es mi enemigo, ni todo lo que le amé es ahora una carga pesada, no me revelo ni tampoco me compadezco porque mi mirada sea a veces errante y mis ojos, condensen la tristeza precipitando al vacío que piso alguna que otra lágrima. No miro al futuro con inquietud ni expectación, pero no me quedo quieta, parada en un tiempo que fue muy bello. Tengo razones para seguir adelante, muchas, y tengo razones para quedarme en esta sombría estación, algunas. Con él sepulté muchas cosas, mi arsenal de caricias y mis días venideros en común, y otras muchas cosas se quedaron conmigo, porque están grabadas en mi piel. Por esa razón, la nostalgia, vendrá cada mañana de los días apacibles a hacerme compañía, a desayunar conmigo y a charlar. Nos miraremos, le contaré que tal me va todo, y con un beso nos diremos adiós; luego apagaré su recuerdo y seguiremos, yo aquí y el allí donde residen los cuerpos inertes, porque como ya dije, los muertos nunca regresan.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

CARTA DE LOS TRES REYES MAGOS DE ORIENTE A MIS HIJOS

  Queridos Manuel de la Piedad e Inés Salud: Somos Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres Reyes Magos de Oriente, y durante esta noche he...