Como leo poco,
y aún durmiendo mucho apenas sueño,
se me seca la tinta de mi cuerpo y
apenas puedo escribir;
como no me alimento,
sino que como mucho,
siempre tengo sentimientos hambrientos;
como mi figura se deforma y se hunde,
sufren mis rodillas, castigo el pecho e hinco el corazón;
como escucho mirando al móvil,
y miro procesando la imagen en clave Android,
pierdo gigabytes de información vital para seguir con las baterías cargadas;
como huyo del aire y reniego de la piel,
como temo a la noche y me aterrorizan las sonrisas,
solo me siento seguro en mi casa sin ventanas,
en mi cárcel reluciente;
como el llanto es para mi una lengua extranjera,
y una lágrima el mar inmenso que no pienso navegar,
el tiempo es una lluvia hacia arriba que no consigo desaguar
y por tanto…
Si no he probado la miel,
si nunca experimenté,
si no tengo sed,
y si aborrezco el laurel,
¿qué pretendo?, ¡joder!.
Ya te conté, y no sé debido a qué,
mis esquinas sombrías,
y el río que secó esta voz,
y ahora que soy un libro abierto,
un primitivo misterio resuelto,
ahora,
al pasar por esta perdida carretera,
si no frenas en tu viaje,
o al menos no disminuyes la velocidad aunque sea un poco,
si no te entristece mi historia,
si no te conmueves, no sientes compasión
por este torpe ladrón,
diablo de tres al cuarto,
entonces seré yo,
quien me ponga a tu lado
y tenga pena por ti.
¡Qué desgracia!,
lo siento y mucho.

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