Soy valiente,
lo digo, claro, sin miedo alguno,
tengo mucha fuerza, ya que
mi convicción y mi voluntad son de hierro.
Estoy convencido de que
cada mañana me visita la fortuna,
percibo rotunda la suerte,
cuando vuestros ojos me miran,
recojo conmovido el regalo,
extrañado si recuerdo,
pero completo si soy consciente,
la actitud, forjada gracias a manos amigas,
me adiestra a pensar menos,
a disfrutar más,
alegría que abre todos mis cierros,
relajado, distendido, ágil y ligero,
me animo y canto,
estrofas sueltas, quizás tímida música la que logro sacar de mi,
aunque suficientemente agradable y colorida
para pintar tus tardes de juegos de muñecas,
para recoger tus enérgicas salidas del colegio,
o para saborear tus despertares en cualquier modo o manera,
tengo delante mía el mayor tesoro, no hay duda,
los dioses, la luna, las estrellas, y
el sol por testigo, como la blanca espada
que unge mi cabeza,
envuelto y revestido por la gracia divina,
me convierto en el hombre más rico,
el más poderoso por no ambicionar,
la distancia y los besos son el equilibrio,
el “aquí estoy, presente, pero camina libre”
es mi enseña, mi gentil saludo,
mi reverencia sincera sin rendir pleitesía más que a mi dignidad,
mi educación, mi obra de arte.
Te quiero hijo mío,
te quiero hija mía,
te quiero compañera, amiga y madre buena,
os quiero, libres y felices, porque
es un tocar el cielo para este valeroso hombre de la tierra,
compartir en el mismo lugar y tiempo,
sueños, desventuras, lágrimas, risas, la espera, el silencio…, en definitiva,
el camino de la vida.

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