domingo, 10 de mayo de 2020

EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS (X)

Estoy triste ¿sabes?. No es la única vez que estoy triste. Cierto es que éste no es mi estado de ánimo natural, el que más veces tengo. Normalmente suelo estar animoso, con disposición y presto a cualquier llamada o requerimiento.
No es malo estar triste. No pasa nada. De hecho hace poco leía una noticia que básicamente decía que había estudios que demostraban que el ser humano no podría soportar el mantener durante toda la vida un estado de alegría y felicidad.
Tengo un defecto bien localizado, y es que a pesar de que suelo mantener un diálogo interno, no soy capaz de precisar qué me ocurre o cómo estoy realmente con exactitud.
Debo de estar además bien triste porque he preferido no seguir los últimos wasaps que me han llegado, y es que soy de los que lloran por dentro mientras me pongo música en los cascos y voy haciendo cosas por la casa.
¡Ah claro!, ¡ya sé qué me ocurre!, y lo sé perfectamente ¿sabes por qué?, porque me he conmovido, me he emocionado al pensarlo, ¡jo, que sensación más eléctrica!. Estaba aletargado y ¡ahora estoy activado!. Lo que me pasa es …, bueno,… perdona, pero los detalles me los voy a guardar para mí, no los voy a confesar, aún a riesgo de que lances un rápido juicio sobre mi decisión. La verdad es que no quiero desnudarme por entero. Estoy escribiendo estas letras a modo de fármaco sanador. No estoy haciendo ninguna labor que requiera de mi una apertura absoluta y una entrega sin condiciones y a cualquier precio. Siento vergüenza, tengo pudor y no me voy a sentir mejor porque lo cuente todo, en definitiva, este es mi espacio, una ventana más, otro lugar desde donde nutrirme con todo lo que mis sentidos puedan captar, puedan dar de sí, y desde donde mostrar las realidades (verdades) y las ficciones (verdades etéreas nacidas de una mentira o de la nada) que yo quiera, que yo pueda, y en el grado que yo establezca.
Lo que me ocurre es que hay dos situaciones, dos aspectos que están muy presentes en mi vida, y hay momentos en los que me subo al carro de protagonizarlos demasiado, tomo más partido y más importancia de la que realmente me corresponde en ellos, y eso, claro, me genera expectativas grandes, mayor dependencia de lo que pueda ocurrir y por tanto, desasosiego, desazón, incluso enfado. Me hace daño. Me genera tristeza.
¡Jejeje!, sonrío un poco porque me siento más positivo que abatido, ya que sé que esto es algo que puedo revertir.
Ahora voy a llevar a cabo ese proceso (LA REVERSIÓN) con ganas y determinación, rezando, leyendo un libro de autoayuda, meditando, saliendo a correr, escuchando música clásica, escribiendo, llamando a un buen amigo, dando un paseo solitario por las calles, asistiendo a una intensa clase de zumba,… bueno, obviamente todas esas cosas no voy hacer, lo que pasa es que no quiero que terminemos este texto con un nuevo juicio por tu parte. Puede ser que dicho juicio sea inevitable y que tal vez ese sea el precio que hay que pagar, pero también es verdad, que en los tiempos del coronavirus las cosas han cambiado, o mejor dicho las cosas pueden cambiar, o mejor dicho aún, las cosas deben cambiar. Así que probemos a ver qué tal nos va. 
Lee mi confesión de nuevo y no me juzgues.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

CARTA DE LOS TRES REYES MAGOS DE ORIENTE A MIS HIJOS

  Queridos Manuel de la Piedad e Inés Salud: Somos Melchor, Gaspar y Baltasar, los tres Reyes Magos de Oriente, y durante esta noche he...